Las playas en verano y otoño no son de uso exclusivo de los seres humanos, toca compartirlas con otros organismos marinos, entre ellos los conocidos por el nombre común de medusas, aguasmalas o lágrimas de mar. Estos cnidarios poseen prolongados tentáculos cargados de células urticantes bastante desagradables, cuya toxicidad para el cuerpo humano varía en dependencia de la especie de la que se trate. De ahí el miedo que provoca ver una procesión de estos impopulares animales fondeando cerca de la orilla.
A lo largo de los años son muchos los mitos que se han creado alrededor de estos animales, que llevan dicho sea de paso, más de 500 millones de años de existencia. Algunos son ciertos y otros no tanto, pero como este es un problema recurrente en ambientes cálidos oceánicos como el mediterráneo y todos estamos expuestos a sufrir unas de sus dolorosas picaduras, más vale conocerlos a ciencia cierta.
El primer mito falso es precisamente que las medusas pican o muerden a sus víctimas, porque lo cierto es que solo se produce un roce con sus tentáculos, que poseen filamentos que inyectan la toxina.
Establecido este hecho, luego de producida la “picadura” se cometen muchos errores influenciados por diversas creencias populares. El primero es que después del contacto con la medusa se suele salir de inmediato del agua salada, siendo este el mejor remedio para tratar en un primer momento la zona afectada. En sustitución se puede usar un suero fisiológico, pero nunca agua dulce ya que produce el efecto contrario, pudiendo incluso reactivar el efecto tóxico latente.
Una vez que han pasado algunos minutos se debe proceder a la limpieza de la zona, pero evitando el contacto directo con las manos ya que se puede extender la lesión. Está totalmente contraindicado el uso de arena para cubrir o frotar la herida. Los remedios que resultan tan populares como el vinagre o la orina, también son altamente desaconsejable pues tienen un efecto irritante.
Las cremas con antihistamínico tampoco se deben usar si no se quiere correr el riesgo de aumentar la hinchazón en la zona de la lesión. Un mal tratamiento de la herida puede provocar cicatrices de por vida, aunque de manera general no tiene mayor trascendencia.
Si bien es cierto que hay unas pocas especies de medusas cuyo veneno resulta letal para el hombre (la más famosa es la Medusa Avispa de mar), y que algunas personas son más sensibles que otras a las toxinas, de manera general el riesgo de la picadura de medusa es muy bajo siendo considerada una incidencia menor. El síntoma principal es el dolor y el escozor local en la zona que entra en contacto directo con el tentáculo. El mayor peligro lo representan las picaduras en la zona de la boca o el cuello.
Ante una picadura de medusa estas son algunas de las recomendaciones reales que debes tener en cuenta.
La zona afectada debe ser lavada con agua salada o suero fisiológico de inmediato, pero nunca con agua dulce, para evitar así que se reactive la toxina. En el caso de que existan restos de algún tentáculo en la piel, se deben retirar usando guantes para no hacer una transferencia de la toxina latente hacia las manos.
Tras eso se pueden aplicar unas compresas frías sobre la herida, que ayudan a aliviar el dolor y el picor. No se debe utilizar hielo ya que el efecto es totalmente contraproducente, de igual manera que ocurre con las quemaduras.
Luego conviene aplicar una pomada que contenga corticoides, y tapar la herida con una gasa para mantener la lesión aislada del agua y del sol. Después de dos o tres días debe sanar totalmente la piel, y el dolor intenso desaparece pasada la hora del encuentro con el verdugo marino.
Si los síntomas y el dolor son más intensos, se debe acudir de inmediato a un centro de salud para la administración de un tratamiento que prevenga un posible shock anafiláctico u otra complicación mayor.